viernes, 30 de noviembre de 2012

José de Elduayen, el gran protector

Escoitando a D. Manuel Lamas recollemos un artigo dun dos protagonistas desta historia de Tortoreos:

Fonte: Faro de Vigo


José de Elduayen y Gorriti, marqués del Pazo de la Merced, diputado por Vigo durante 34 años, fue el político que mayores logros consiguió para el Puerto y la ciudad. Por eso cuando falleció, se dijo que España había perdido a uno de sus hombres más ilustres y el pueblo de Vigo a su genio protector, a quien debe cuanto es y vale y significa, un amigo desinteresado y leal. Porque gracias a su gestión, Vigo vivió la llegada del ferrocarril, la construcción de muelles, el derribo de las murallas, la apertura de calles... Y por eso la ciudad decidió levantarle un monumento en vida.

JAVIER MOSQUERA Cuando el 24 de junio de 1898 falleció José de Elduayen y Gorriti, marqués del Pazo de la Merced, se dijo que había perdido la nación a uno de sus hombres más ilustres, y el pueblo de Vigo a su genio protector; "aquel a quien debe cuanto es y vale y significa". Porque la sensación de los vigueses era de que habían perdido un hijo adoptivo y predilecto, y un protector decidido, "y los que en Vigo habitamos, un amigo desinteresado y leal, siempre pronto a conceder los favores que se le solicitaban"
José de Elduayen nació en Madrid, cursó la carrera de Ingeniería y se dedicó a la política. Fue ministro de Hacienda durante el reinado de Amadeo I, ministro de Ultramar y ministro de Estado durante el reinado de Alfonso XII y nuevamente ministro de Estado y ministro de Gobernación durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena. Fue senador y también presidió la Cámara Alta. Se casó en primeras nupcias con la hija del marqués de Valladares y en segundas con Purificación Fontán y Pérez-Palma y Marcó del Pont, marquesa del Pazo de la Merced, nieta del vigués don Buenaventura Marcó del Pont e hija de don Ventura Fontán y Marcó del Pont, administrador- director del Real Sitio de El Buen Retiro y de su fábrica de porcelana.


Elduayen fue destinado a Galicia en 1856 para ejercer su profesión de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y desde 1857 y hasta 1891ejerció como diputado por Vigo. Gracias a su gestión, la ciudad vivió la llegada del ferrocarril; inauguración de muelles; el relleno del Malecón, actual Alameda y zonas adyacentes; la demolición de las murallas y la apertura del ensanche, con calles como las actuales Policarpo Sanz, Colón y García Barbón; la nueva carretera a Ourense y el ascenso del puerto de Vigo a la categoría de Primera Especial, que le permitió aumentar tráficos. También la construcción del Hospital Municipal y de la Casa Consistorial, entre otros logros.
Un monumento
Por todo eso, en 1896 se levantó por suscripción popular un monumento que se situó en la zona de As Avenidas. Con motivo de la inauguración oficial, Elduayen, que no asistió al acto, envió una carta al alcalde mostrando el agradecimiento "hacia esa querida ciudad que intenta salvar del olvido mi nombre y mi recuerdo. ... Representa esa estatua el testimonio de la bondad espléndida con que un pueblo, constante en la virtud y en el trabajo, corresponde a aquellos hombres que han tenido la fortuna de servirlo en sus iniciativas y de comprenderlo y acompañarlo, alguna vez, en la grandeza de sus anhelos. Es el símbolo de la comunidad del corazón en que tan largos años la provincia, Vigo y yo hemos vivido".
El monumento tuvo como primer emplazamiento la nueva explanada construida en el lugar en el que se levantaba la antigua batería de A Laxe. En 1970 y con motivo de una remodelación para habilitar una zona verde y una oficina de Turismo, el monumento pasó a situarse frente a la entrada principal del Náutico, cambiando también de orientación y con motivo de la construcción del túnel de Beiramar, dentro del proyecto Abrir Vigo al Mar, fue trasladada a su actual emplazamiento, en el centro de los jardines de Montero Ríos.
Elduayen falleció en Madrid el 24 de junio de 1898 y sus restos mortales fueron trasladados en tren hasta Vigo, recibiendo sepultura en "el nuevo Cementerio de los Baldíos de Pereiró", en la capilla construida a sus expensas y de cuyas obras se ocupó hasta poco antes de fallecer. El paso del cortejo, integrado por más de cincuenta coches tras la carroza fúnebre, por la ciudad fue impresionante.

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